Bienvenido/a al blog. Esta página expresa mi manera de ver la vida, y en particular como afrontarla y vivirla para sacar el máximo provecho de ella. Seguramente alguna vez en tu vida te habrás dicho… me encantaría bucear en la Gran Barrera de Coral en Australia, ir de safari en África, visitar la Antártida, ir al carnaval de Brasil o relajarme en una playa desierta en las Islas Seychelles. Estos son sólo un ejemplo de los sueños que cada uno puede tener en la cabeza, y no todos tienen que estar relacionados con viajar. Lo mismo tu sueño siempre fue hablar varios idiomas, aprender a tocar la guitarra o finalizar un ironman. Estos sueños varían mucho de una persona a otra. Pero todos tienen un denominador común: Son sueños que pueden hacerse realidad. La única limitación o impedimento para conseguirlos es nuestra habilidad para decir NO. Por lo que te aconsejo que abras la mente y que veas la vida con perspectiva. Pregúntate que hiciste en el último año que recordaras dentro de 30. Si te cuesta contestar a esta pregunta, te aconsejo el siguiente ejercicio. Escribe una lista con tus sueños, con cosas que quieres hacer en tu vida. De todo tipo, proyectos a corto y largo plazo. Luego, piensa como los vas a hacer realidad. Te darás cuenta de que la vida no es tan larga, y de que no tienes tanto tiempo como creías. Algunos proyectos llevarán consigo meses o incluso años de planificación y esfuerzo, pero no dejes que eso te prive de vivir lo que siempre quisiste. No hay tiempo que perder, despiértate de esos sueños y haz que se conviertan en realidad.

28 de noviembre de 2010

Otro mundo: El Tíbet

Lhasa
Llegaba el día. Tras haber recorrido los Annapurnas, salido de fiesta en Pokhara y disfrutar de Thamel en Kathmandú, llegaba la hora de poner rumbo a las ansiadas montañas del Tíbet. El plan era coger un vuelo a la capital: Lhasa, para allí reunirnos con nuestro guía, el cual nos acompañará los 10 días del viaje planeado desde Lhasa hasta Kathmandú, todo por tierra. Debido a las condiciones socio-políticas del Tíbet, no es posible viajar de manera independiente, siendo imprescindible hacerlo con una agencia, única forma de conseguir el visado. De todas maneras, el grupo lo formábamos sólo nosotros 3.
Pesadilla en el aeropuerto
Llegamos al aeropuerto. Para seguir con la tradición en Nepal nuestro vuelo ha sido retrasado 2 horas. Pasamos una inmensa cantidad de controles de seguridad a cual más estúpido. Para entrar en el aeropuerto las maletas las pasan por rayos x, luego te hacen abrirlas y también eres cacheado. Después del control de pasaporte, el recital se repite. Maletas por rayos x de nuevo, pasamos por el detector de metales y, pites o no pites, te vuelven a cachear y abrir las maletas. Cuando crees que la pesadilla ha terminado, antes de subir al avión… si. Te hacen abrir las maletas de nuevo y te cachean. A ver, no es que me parezca mal que realicen los controles, pero hazlo bien, tronco. Si los rayos x están funcionando de verdad, ¿para que me haces abrir las maletas 3 veces? Pon a alguien que mire a la pantallita por lo menos, tío… Si pito en el detector de metales, cachéame bien una vez. Pero que te toquen el culo 5 veces antes de subirte al avión… pues no es de mi agrado, la verdad. Sobre todo cuando son tíos los que lo hacen… 

Primeras impresiones
Tras uno de los vuelos más espectaculares que he tomado en mi vida, sobrevolamos la cordillera de los Himalayas y aterrizamos al otro lado en la capital tibetana. Nos recibe Sunam, nuestro guía, un chico tibetano de 23 años que nos da la bienvenida al país colgando de nuestros cuellos unas bufandas tradicionales. Estaremos 3 días en Lhasa, antes de poner rumbo a las montañas. La primera impresión no es la que esperábamos. Existe una grandísima influencia china en el lugar. 

Niños tibetanos
El país fue conquistado y sometido por el gobierno chino en los años 50 y fue abierto al turismo tan sólo hace  20 años. Está claro que 50 años dan para mucho y los chinos no han perdido el tiempo. La sensación y dinámica del lugar no es de mi agrado. Los chinos lo controlan todo y tratan fatal a los tibetanos y a su cultura. Éstos no tienen derechos algunos. No tienen pasaporte, no pueden salir del país, cada vez que vamos a comprar algo, como nuestro guía es tibetano, aunque lleguemos antes que los chinos, siempre somos los últimos en ser atendidos. Está prohibido hondear la bandera tibetana. Es más, cuando le pregunto a Sunam cómo es la bandera, éste no se atreve a decírmelo por las represiones que pueda tener. Cuando llegamos al aeropuerto, las autoridades chinas me confiscaron la Lonely Planet porque había una foto del Dalai Lama en ella… Lamentable.Pero ante esta situación de adversidad, represión y maltrato psicológico, los tibetanos te reciben llenos de alegría y emoción. No se ven turistas y siempre somos los únicos guiris (no chinos) en cada sitio al que vamos. En cada calle, en cada esquina, en cada tienda por la que pasamos nos reciben con una enorme sonrisa. Son gente bondadosa, muy tímidas y se alegran cuando nos ven pasar. A los tibetanos les brillan los ojos y se ven deseosos de vivir la vida y disfrutar de cada momento. Algunos te ofrecen té, o que entres en su casa. Son gente pobre, pero comparten lo poco que tienen. 

Calles del Tíbet

Dicen que el idioma puede crear barreras. Eso puede suceder en otra parte del planeta, pero no con los tibetanos. Ellos no hablan inglés, ni nosotros tibetano. Una noche,
¡Dirigiendo al cocinero
decidimos ir a cenar por nuestra cuenta, sin Sunam. La
carta estaba en tibetano y en chino, y evidentemente no sabíamos cómo decirle al camarero que queríamos “chicken fried noodles”. Después de echarnos unas risas “haciendo el pollo” y demás, me metieron en la cocina a dirigir al cocinero: “ahora fríe el pollo”, “ahora echa los fideos en la sartén pichita”, “ahora vámonos con las especias”… tremendo. Qué gran noche y qué experiencia más buena.
De camino a las montañas
Tras pasar los 3 primeros días en Lhasa era hora de dirigirnos a las montañas: los Himalayas Tibetanos. Al grupo se une “Stincky Breath”, con camisetilla y chaqueta de pana, que será nuestro conductor el resto del viaje. Lo de “Stincky Breath” es porque al nota le cantaba el aliento tela y cada vez que hablaba teníamos automáticamente que
Himalayas tibetanos
bajar las ventanillas. Que caaaabrón… Los Himalayas ya los habíamos visto en Nepal, en la zona de los Annapurnas, por lo que la novedad en este caso sería que llegaríamos al campo base del monte Everest. O eso creíamos nosotros… Pasan los kilómetros y nos vamos acercando a la cordillera. El paisaje es completamente distinto al nepalí. Es increíble, pero las mismas montañas no parecen las mismas viéndolas de un lado o de otro. En Nepal, todo era verde, bosques, ríos, valles,… El desnivel era muy pronunciado: de 800m a 8000m. En cambio, el Tíbet es un paisaje desértico, no hay árboles y todo es marrón. El desnivel no es tan pronunciado ya que la mayoría del país se sitúa en un altiplano a 3500m de altura, por lo que da la sensación que las montañas no son tan altas. Aún así, las vistas son increíblemente preciosas. El paisaje es muy peculiar, ya que el terreno pasa de ser desértico a nevado en… 10 metros. 
¡Empiezan los problemas!

Un té calentito por favor!
Nuestro viaje sigue. Según el itinerario planeado la intención es hacer un trekking de 3 días terminando en el campo base del Everest, a 5.200 metros. Ya hemos estado a más de 5.000mts anteriormente, pero la diferencia es que ahora acamparemos por la noche, y en el Tíbet es invierno. Nos acercamos al lugar donde empezaremos el trekking. Está totalmente enfangado y el coche se queda atascado. “Stincky breath” no tiene ni puta idea de qué hacer, y no hace más que enterrar aún más las ruedas. Con la ayuda de unos pastores conseguimos sacar el coche pero la situación se repite a 100 metros. Resulta que la tracción a las 4 ruedas no funciona y con este coche es imposible continuar. Además, hace un frío de pelotas y Sunam dice que él nunca ha estado aquí en invierno. Saltan las alarmas. La agencia china con la que contratamos el viaje no nos ha comunicado nada de esto y, tras llamar al servicio metereológico, se ve que la temperatura va a caer a -15 grados por la noche. Camping a -15 grados. No tenemos el equipo necesario para ello. Cambiamos de plan y dormimos en un pueblo cercano. Se ve que hay una carretera que llega a un monasterio y, desde él, son 2 horas a pie hasta el Everest. Como mera aclaración, el concepto “carretera” por estos lares se corresponde con el de “camino de cabras” en España. A “Stincky breath” se la pela y conduce a lo bestia. Al llegar al monasterio nos damos cuenta que ha roto la suspensión del coche.

Rumbo al Everest
Contemplando el Everest
Como es por la mañana, dice que va a llevar el coche a un pueblo cercano y estará de vuelta al día siguiente. Nosotros mientras, ponemos rumbo al Everest. Se ve que el campo base en el lado nepalí es una feria ya, y está lleno de turistas. En el lado del Tíbet no es tan popular por lo visto. Tras 2 horas, llegamos. Es un día totalmente soleado, cielo azul y visibilidad perfecta. Ante nosotros, la cima más alta del planeta nos desafía con su inmensidad. No hay absolutamente nadie más, todo para nosotros. No existen palabras ni fotos que puedan describir las sensaciones que tiene uno en ese momento. Me siento
En frente de la montaña más alta del mundo
totalmente hipnotizado, no puedo creerlo. Me siento a recapacitar y a pensar dónde hemos llegado… Increíble. Volvemos al monasterio, hace un frío de la hostia. “Stincky breath” está de vuelta por lo que podremos partir por la mañana. Estamos a 5.000mts y el “hijoputa” lleva la misma chaquetilla que llevaba en Lhasa con 25 grados. No lo entiendo. A nuestro periplo por el Tíbet le quedaba poco ya. Pasaríamos la última noche en un pueblo de montaña y cruzaríamos la frontera al día siguiente. 

Fin de Fiesta

Es una noche de euforia y celebración. Hemos estado en frente del puto Everest! Empezamos fuerte la tarde, 3 cervezas de 650ml  cada uno. Para cenar, botella de ron para los tres. Y, como se acabó, pedimos otra. Ira se quedó dormido en el restaurante y
No comment!
se fue al hotel. Según parece, Russell y yo nos fuimos a una discoteca hasta las mil y no paramos de bailar con las camareras tibetanas. Tengo varias imágenes en mi cabeza de Russell corriendo sin pantalones por la calle también. Lo siguiente que recuerdo es, a la mañana siguiente, Ira haciéndome limpiar un lavabo del hotel lleno de vómito que por lo visto era mío. Yo pensaba: estás seguro que es mío?. No recuerdo nada. Aunque bueno, hay otro al lado de mi cama y mi almohada también está llena. Vaya noche y vaya viaje por el Tíbet. No nos podíamos quejar. Habíamos tenido de todo, absolutamente de todo.
Everest

Anzoni.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Y no hiciste técnica de carrera por las calles del tibet??

Antonio dijo...

No esta vez. Eso quedara en la memoria del viaje a Cuba!!
Ah! Y tampoco hice Angus Young con ninguna rusa, eh?

Mariola dijo...

sabes que estoy empezando a odiarte.... que grande eres Cala! Muak

Isabel rossignoli dijo...

eeeehhh!! eooo, que se mueva este blog!! que sé yo que andas todavía dando tumbos, queremos reportaje de los últimos viajes :) aventuras locas, pérdidas de documentos, fotos exóticas, McGuiver de segundo plano, y calamaiden con un machete entre los dientes :D

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