Bienvenido/a al blog. Esta página expresa mi manera de ver la vida, y en particular como afrontarla y vivirla para sacar el máximo provecho de ella. Seguramente alguna vez en tu vida te habrás dicho… me encantaría bucear en la Gran Barrera de Coral en Australia, ir de safari en África, visitar la Antártida, ir al carnaval de Brasil o relajarme en una playa desierta en las Islas Seychelles. Estos son sólo un ejemplo de los sueños que cada uno puede tener en la cabeza, y no todos tienen que estar relacionados con viajar. Lo mismo tu sueño siempre fue hablar varios idiomas, aprender a tocar la guitarra o finalizar un ironman. Estos sueños varían mucho de una persona a otra. Pero todos tienen un denominador común: Son sueños que pueden hacerse realidad. La única limitación o impedimento para conseguirlos es nuestra habilidad para decir NO. Por lo que te aconsejo que abras la mente y que veas la vida con perspectiva. Pregúntate que hiciste en el último año que recordaras dentro de 30. Si te cuesta contestar a esta pregunta, te aconsejo el siguiente ejercicio. Escribe una lista con tus sueños, con cosas que quieres hacer en tu vida. De todo tipo, proyectos a corto y largo plazo. Luego, piensa como los vas a hacer realidad. Te darás cuenta de que la vida no es tan larga, y de que no tienes tanto tiempo como creías. Algunos proyectos llevarán consigo meses o incluso años de planificación y esfuerzo, pero no dejes que eso te prive de vivir lo que siempre quisiste. No hay tiempo que perder, despiértate de esos sueños y haz que se conviertan en realidad.

8 de diciembre de 2011

El reto del año: Kepler Challenge

Parque Nacional de Fiordland
Tras coronar el campo base del Everest en noviembre de 2010, sentí la necesidad de encontrar un nuevo reto en mi vida. Algo que le diera sentido al 2011, que fuera  de una dificultad considerable y que exigiera de una planificación y un esfuerzo prolongado en el tiempo para llegar a conseguirlo. Después de recorrer los Himalayas, me apetecía encontrar algo que siguiera relacionado con la montaña, la cual me estaba “enganchando mucho” últimamente. Al mismo tiempo, quería un reto de carácter deportivo por el que tuviera que entrenar para ello. Después de mucho buscar y valorar distintas opciones, me decidí: En Diciembre de 2011 correría el Kepler Challenge.

¿Dónde en Fiordland está el Kepler?
Para aquellos que no la conozcan, el Kepler Challenge es una carrera de ultra-fondo por las montañas del Parque Nacional de Fiordland en la isla sur de Nueva Zelanda, de 60 kilómetros de duración y es considerada la “joya del país” por la belleza de los paisajes que atraviesa. El circuito no es otro que el Kepler Track, uno de los 9 NZ Great Walks, el cual empieza a las orillas del Lago Te Anau (200m), asciende durante 15km para coronar el Monte Luxmore (1500m), desciende con una bajada muy técnica de 22km y termina con 23km de subidas y bajadas alrededor del Lago Manapouri para volver al punto de partida. En total son 60km, que son completados en unas 5horas por los profesionales y en hasta 12 horas por los corredores populares.
Mi objetivo es claro: terminar. Nunca antes he competido en una carrera de ultra-fondo. Ni siquiera he corrido una maratón. La única carrera en la que he competido en mi vida fue la media-maratón de Auckland en 2009, y fueron 21km llanos y relativamente fáciles. En esta ocasión el reto era bien distinto. Según mis cálculos, creo que me llevará entre 8 y 9 horas recorrer los 60km del Kepler. Está más que claro que necesitaba una buena planificación para conseguir este reto. 
Divisando el circuito
Los meses durante los que me estuve entrenando, los disfruté tanto o incluso más que durante la carrera en sí. Algunos entrenamientos  fueron muy especiales y quedarán grabados en mi memoria para siempre. Como correr por la Villa Olímpica de los JJOO de Sydney, o en el desierto de Arizona con 45 grados en plena tarde, también entre volcanes en las islas de Hawaii, o por las calles de Hong Kong entre cientos de personas, otras en el Kimberley en Australia esquivando serpientes al amanecer o las últimas entre templos del antiguo Japón. Todas estas experiencias hicieron al 2011 un año muy atractivo y diferente para mí. Al mismo tiempo cambié ciertos hábitos como el comer más sano (pasé de 80kg a 72kg), no beber alcohol en los 3 meses previos a la carrera y tratar de dormir 8 horas todos los días.
En total son 60km, que son completados en unas 5horas por los profesionales y en hasta 12 horas por los corredores populares.


Después de tanto soñar con la carrera, por fin llegaba el día esperado.  A las 4 de la mañana suena el despertador. Mi novia Amanda me despierta… “venga, levántate que te preparo el desayuno”. Los primeros rayos de sol tiñen de rosa el cielo de Te Anau al amanecer. El espectáculo visual es impresionante. Llegamos a la carrera. Cientos de personas se encuentran calentando y charlando sobre lo que nos espera. Se respira un ambiente relajado, la gente te saluda como si nos conociéramos de toda la vida. Me encanta. A las 6 en punto dan la salida. Le doy un beso a Amanda y le digo: “Nos vemos en 8 horas, espero que no se te haga muy larga la espera”.
Empiezan las primeras vistas...
Para tener una mejor idea mental del circuito, lo divido en 4 partes de 15km cada una. Básicamente, la primera es cuesta arriba, la segunda cuesta abajo y las dos últimas con subidas y bajadas. Empezamos a correr. 450 personas se meten en un camino de 1 metro de ancho que cruza un bosque precioso, típico de Nueva Zelanda. Nos encontramos bordeando el Lago Te Anau, la luz del sol proyecta la imagen de las montañas nevadas sobre el agua. Precioso. En cuestión de 15 minutos, comenzamos la ascensión. La pendiente es tremenda y algunos empiezan a andar. Yo… a esquivar viejos. A los 10km, salimos del bosque y la vegetación es casi inexistente. Empiezan las primeras vistas… acojonantes. Llegamos al refugio Luxmore y seguimos subiendo. La pendiente aumenta, empieza a hacer un frío de pelotas, el viento sopla de cara… ¿Algo más? Sí. Ahora hay nieve en el camino, la cual resbala bastante. La situación empieza a ponerse muy dura, pero estoy en mi salsa. La gente te anima, los voluntarios te sonríen y los corredores nos apoyamos los unos a los otros. Juntos podemos coronar la cima. Me encanta. Vamos al límite, el sufrimiento es tremendo pero la sensación es única, es indescriptible, es mágica. Muchos me preguntaron por qué quería correr 60km, qué se me había metido en la cabeza para hacer esto. La verdad es que me sobran los motivos para estar aquí. Me siento un privilegiado de formar parte de este espectáculo deportivo y humano. Los últimos 2km antes de coronar son simplemente espectaculares, corriendo por la cresta de la montaña en un camino de 1 metro de ancho con una caída de unos 1.000m a cada lado... impresionante. Después de más de 3 horas de sufrimiento, coronaba la cima. 
¡Vaya subidita!
Todo lo subido, había que bajarlo ahora por un camino de curvas muy cerradas y pendientes pronunciadas. Empiezan a formarse grupos y el ambiente es de jolgorio. La gente bromea, sonríe,… Con esta buena sintonía llegamos a la parada de avituallamiento del km 30. Uno de los voluntarios me dice: “Aquí tienes el agua, y aquí tienes el powerade”. Yo le pregunto: “¿Y las cervezas?”. Me mira con cara de pensar… “mira el graciosillo este”, y me responde: “Las cervezas me las he dejado en la otra parada, en la cima, por si quieres volver a por ellas majete”. Venga está bien, dame el powerade entonces.
La gente estaba eufórica por llegar a la mitad del recorrido y yo también. Pero me paro y pienso: Hemos completado 30km, vale, pero aún nos quedan otros 30!”. Sobre el papel, estos eran más fáciles… pero se hicieron durísimos. Al llegar a la pancarta de 10km para meta, tengo las piernas que me arden de dolor. Tengo que empezar a correr 5minutos y andar 1. Se me acaba la batería del Ipod, por lo que ya no tengo música. No puedo seguir a mi grupo y me encuentro solo en el bosque, a las orillas de un lago. Paso a algunos corredores que andan, otros veo que se retiran y se suben al barco. Es una situación muy dura mentalmente, pero la opción de la retirada no existe en mi cabeza. No he estado entrenándome durante todo el año para tirar la toalla ahora. Tiro de las últimas fuerzas que quedan en mi cuerpo y sigo corriendo. 
El final de una gran aventura
Cada uno de esos últimos kilómetros se me hizo eterno. Llega un punto en el que soy incapaz de correr por debajo de 9 minutos el km. Pero me niego a pararme. En una de las últimas cuestas empiezo a oír las voces de la línea de meta. Estoy cerca. Cerca pero aún me queda. Los 2 últimos km están decorados con globos en los que niños han escrito diferentes mensajes. Uno de ellos llama mi atención: “You are a winner”. Me llegó al alma. Por poco me pongo a llorar ahí en medio… Un par de curvas más, y se abre un claro en el que puedo ver la meta. La gente aplaude, anuncian mi nombre por megafonía “Antonio Cala, the spaniard!”. Es una situación maravillosa. Cruzo la meta y me cuelgan una medalla al cuello. Amanda me espera en la línea de meta. Se acerca y me dice: “estoy muy orgullosa de ti”. Me da un beso y una cerveza. Esta es mi novia. Le digo: “¿Se te ha hecho muy larga la espera? Ella me responde: “Bueno, un poco….”. La miro a los ojos y le respondo: “Pues más larga se me ha hecho a mí”. El resto del fin de semana lo pasaría tumbado en la cama. Tardaría 4 días en poder volver a andar medianamente bien. El sufrimiento había sido tremendo, pero mereció la pena. Mereció mucho la pena.

Anzoni

1 comentario:

Anónimo dijo...

Great race and photos, maybe me too one day...

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